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Violencia, Ellos se amaban

Una mini historia que habla sobre el maltrato, los sentimientos encontrados con un trágico final que habla de un hombre arrepentido por sus propias acciones, nada nuevo, nada que no se haya visto o escuchado en la televisión, pero de todas maneras fuerte  a los sentidos.

Violencia, ellos se amaban

Al final del camino una niña llora, no, no es una niña, es ya una mujer, sangre en el sendero, como una flecha que llevan hacia ella. Llora, se golpea, se desvanece, no lo puede creer, no quiere regresar a casa, sabe que allí un hombre sin sentimientos la espera, su marido, con una botella de cerveza en la mano, con un palo en la otra.
 Finalmente decide volver sin mirar tras ella, sabe que quizás no vuelva a recorrer ese camino, sabe que todos conocen su dolor, sabe que lo callan, una nube gris sobre su cabeza  ennegrece sus ideas, sigue llorando mientras arrastra sus pies por la tierra. Al llegar él ahí la espera, fuera de sí, completamente ebrio, iracundo por su falta.
Ella abre la puerta con sus manos temblorosas, él tenía los ojos rojos, mostraba sus dientes como perro rabioso, ella se disculpa presurosa, pero ya es tarde, él la empuja contra la mesa, cierra sus manos, sus nudillos chocan contra su rostro, ya no hay vuelta atrás, ella ruega, sus muelas escapan de su boca, la sangre la ahoga, se tiñe más su ropa, ella cae mareada, tapa su cabeza con los brazos, no puede evitar ser golpeada, ella lo amaba, ahora le teme. Él la patea, rompe sus costillas, pisotea sus brazos presiona su cabeza contra el piso, ya no puede más, sus ojos se cierran lentamente, su nariz sangra, su boca también, él sonríe, aun no está satisfecho,  va a la habitación, se la lleva a la cama, la ultraja inconsciente, su cuerpo está destrozado, ella  despierta y pide morir, ya no quiere sufrir más, él saca su revólver; apunta a su cabeza, ella ruega, llora, ya no sabe qué pasará, él está fuera de control,  ella le recuerda que siempre lo amó, que siempre lo respetó, él dispara, atraviesa su frente, dispara de nuevo, atraviesa su pecho, la cama se llena de sangre, él llora levanta el arma, la pone en su boca, dispara, se mata, cae al piso y se desangra.

Cuento de reflexión: Inocencia

El mundo actual nos trajo dureza, nos trajo desgano para todo, el mundo actual nos privó de imaginación, de sueños, porque debemos vivir tal cual se nos enseña, debemos vivir para trabajar, para pagar, comprar, vender, para ver a la gente como seres tan distantes como nosotros mismo, la sociedad, el mundo actual, nos obligan a vivir pensando en lo que haremos mañana y no nos dan tiempo para pensar en nuestros sueños de niñez, no tenemos ¡tiempo! y cuando lo encontramos resulta que ya es muy tarde, que nuestros cabellos de blanco se tiñeron y nuestra espalda se torció por el peso de la edad y la vida sin descanso...
Por eso creo que a veces es bueno detenerse a soñar, a pensar y reflexionar sobre nuestro pasado, y plantearnos nuestro futuro sin dejar morir ese niño que todos tenemos en nuestro interior... Y en fin... Ahí les va O.o

Inocencia

En un campo de verde hierva una niña corre, una niña salta feliz, el cielo azul del verano y los botones floreciendo, todo es un hermoso sueño.
Esa niña inocente ya no está, esa niña en mujer se convirtió y su ingenuidad se perdió entre las apuradas nubes que corrían junto al sol, la luz y la sombra se mezclaron en su corazón,  la sociedad oscureció su alma inocente y como cigarrillo pisoteado ella en mujer se transformó, el amor, la tristeza,  encuentros, desencuentros y viajes en una ciudad ajetreada, sin flores, cielo gris, smog, el mundo es tan insignificante, y sin embargo el cielo se ve tan lejano, su imaginación en realidad se convirtió y ella a la sociedad se insertó, los años la envejecieron, y en el último momento de su vida ella recordó ese azul que sobre el humo de la ciudad que esperaba por ella, el campo de flores poblado, deseó no haber crecido, no haber olvidado ese lugar tan profundo de ella misma, esa niña despertó en el final  su existir, y ya nada pudo hacer, el tiempo había pasado, no había vuelta atrás,  su cuerpo quieto acostado en medio de la nada se enfrió y sus ojos, desorbitados, al cielo parecieron mirar.
Las nubes que la llevaron a pasear a lugares fantásticos en su niñez la llevaban ahora a una eterna aventura, a un eterno Edén.